Este periódico escolar nace como una aventura en la que un grupo de alumnos y de profesores quieren explorar las posibilidades de las herramientas de comunicación que existen en Internet. Está abierto a la colaboración de alumnos y profesores de nuestro Instituto.
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jueves, 27 de marzo de 2008

Noelia y el tiempo

NOELIA Y EL TIEMPO

La conocía poco, puesto que solo era aquella pequeña y simpática personita llamada Noelia, que, cada noche, repetidamente, aparecía en mis sueños. Pero aun así, siempre había sabido lo que ella quería conseguir: EL TIEMPO.

Noelia era muy juguetona, pelo liso y suave cual la seda, piel tan clara como el mas deslumbrante destello de sol de cada amanecer, sonrisa blanca y pura, como las perlas de lo más profundo del océano, y, un carácter que a veces resultaba extraño, por la forma e que lanzaba las palabras, tal cual se lanzan cuchillos al viento.

Ella cada noche entraba en mis sueñas sin ni siquiera preguntar, ya estuviese yo soñando que era la persona más feliz del mundo o siendo perseguida por horribles bestias; ella entraba sin más.

Cada vez que esto ocurría siempre se quedaba contemplando a la luna desde su ventana, aquella luna que irradiaba los más bellos destellos plateados, que a su vez iluminaban la oscuridad de la noche; pero la luna nunca estaba sola, siempre iba acompañada de sus “Hijas Guardianas”, como Noelia acostumbraba a llamar a las estrellas, también pensaba que si estas brillaban de esa forma tan espléndida era para cegar a cualquier bestia inmunda que intentase atacar a la luna. Ella simplemente, pensaba así, pensamiento con el que yo siempre había estado de acuerdo.

Noelia quería conseguir el tiempo porque creía que de esa forma podría contemplar escenas tan bellas como la que venía a ver cada noche en mis sueños; creía que podría parar el tiempo e la caída de la más bella cascada de agua pura, en la puesta perfecta de sol en la playa, o, en un bosque al que ella acostumbraba a ir cada mañana, a eso del mediodía, puesto que los rayos del sol penetraban entre los pequeños huecos que dejaban los frondosos árboles y se iban moviendo de acá para allá, de forma que Noelia lo tomaba por un juego.

Una mañana como otra cualquiera, o eso pensábamos las dos, ella tomó el camino hacia el bosque un cuarto de hora antes de que fuese el mediodía.

Penetro en este y llegando al más bello núcleo del bosque, encontró en el suelo un viejo y polvoriento libro. Lo tomó entre sus pequeñas manos y lo abrió; se quedó totalmente impactada cuando susurró para su interior el título del libro, y no era para menos puesto que el libro se titulaba: EL TIEMPO.

Se marchó apresurada a su casa y le comunicó a su madre que estaría todo el día en su habitación. Una vez allí, Noelia comenzó a leer el libro detenidamente, y era muy extraño, todo eran símbolos y fórmulas incomprensibles. Ella tomó todas las enciclopedias y libros en relación con las fórmulas científicas que encontró en su casa. Al fin, tras haber dado unas cuantas cabezadas ya por agotamiento y a altas horas de la madrugada consiguió descifrarlo por completo.

En ese momento Noelia prácticamente podía contener en su mano su propio corazón, se le cortó la respiración y su mente quedó por completo en blanco.

Aquel extraño libro que había encontrado en el bosque contenía los versos que eran necesarios para conseguir su sueño, detener el tiempo; por fin, había llegado su momento.

Sin planteárselo ni un solo instante, Noelia tomó en su mano el libro, se puso de pie y fijó la mirada en la luna a través del transparente cristal de la ventana.

Una vez preparada, recitó las palabras contenidas en la traducción de aquellas extrañas fórmulas.

Cerró los ojos y pensó en todos las veces que había deseado que aquello que estaba a punto de ocurrir, ocurriese.

Al abrir los ojos, Noelia notó una sensación indescriptible, algo paranormal. Miró su reloj y este se encontraba parado, salió al salón y a la cocina de su casa y allí se encontraban sus padres completamente paralizados, ni siquiera una pequeña corriente de aire recorría un solo pasillo de su casa.

Por unos minutos, incontables en esa situación, Noelia se sintió la niña más feliz del mundo. Contempló la luna con admiración, se dirigió al lago que se encontraba en el bosque y lo contempló felizmente. Más tarde, tras haber contemplado el paisaje y haber disfrutado del silencio de la noche, decidió volver a casa y tomar el libro, puesto que recordaba haber leído que tras unos doce minutos aproximadamente todo debía volver a la normalidad, y así era, lo comprobó y en el libro se encontraban escritas esas palabras, pero en la realidad, esto no había ocurrido, todo seguía paralizado tras al menos media hora.

Noelia se empezó a preocupar, con los nervios a flor de piel comenzó a buscar en el libro las palabras adecuadas para volver a reconfigurar el tiempo.

Pasó las hojas apresuradamente, mientras un escalofrío recorría todo su cuerpo, no lo encontraba por ningún sitio, volvió a empezar, pasó las hojas con desesperación, cada vez más deprisa, necesitaba remediar aquel error fuese como fuese.

Noelia empezó a sentir miedo, si no lograba encontrar lo que buscaba, no sabía lo que podía llegara a ocurrir.

Comenzó a sentirse cada vez más débil y angustiada, el pánico se apoderaba poco a poco de todo su ser. Cerró el libro, primero debía tranquilizarse, de no ser así, jamás encontraría lo que estaba buscando.

Después de un breve descanso retomó la búsqueda, esta vez pasó las hojas leyéndolo todo, fijándose hasta en las letras más pequeñas, cada vez quedaban menos hojas, hasta que llegó a la última página y leyó horrorizada la siguiente advertencia:

* Si llegas a descifrar las palabras, no las pronuncies jamás, ya que es imposible volver a configurar el tiempo.



El libro se le resbaló de las manos y cayó al suelo sin hacer el menor ruido, estaba totalmente paralizada debido al terror que sentía en ese momento, nada podía reaccionar en ella;

-¿Por qué no me fijé en la advertencia?; ¿Por qué no pensé antes de parar el tiempo?- Se preguntaba una y otra vez Noelia con gran melancolía.

De nada servía ya lamentarse puesto que no había vuelta atrás para remediar su error. Aquella situación no tenía solución, estaba todo perdido.

Perdido como Noelia se encontraba en ese momento, momento en el que no existía el frío ni el calor, el odio ni el amor, solo ella y el mundo, el mundo y ella.

Se alejó de su casa y se adentró en el bosque para encontrar la tranquilidad perdida, pero no la hallaba, buscó la felicidad y no aparecía…lo único que encontró era miedo, temor, soledad…

Era demasiado tarde para pensar en lo que había hecho con el tiempo.

De repente Noelia sintió como un rayo de sol iluminaba y templaba su rostro, ese rayo de sol provenía de la ventana de su habitación.

Se levantó sobresaltada, corrió hasta llegar a la habitación de sus padres, donde estos gozaban de un espléndido sueño. Noelia los abrazó con tal fuerza, con tanta energía, tan alegremente, pues acababa de comprender que todo había sido solo un extraño sueño.

El viento corría por los pasillos de su casa, las ramas de los árboles se agitaban al paso de la brisa del amanecer, y ella estaba eufórica y sorprendida. Noelia se paró a pensar y se dio cuenta de que debería saber disfrutar del paso del tiempo y comprender que la belleza de las cosas radica en su fugacidad y basta contemplarlas un instante para ser felices.

En ese momento yo desperté y recordando aquella noche tan curiosa, volví a dejarme caer sobre el colchón, respiré profundamente, y me sentí con ganas de vivir. Desde aquel momento comprendí que los momentos más bellos de la vida no son los más extensos, sino los más intensos.