El SUEÑO
Tan sólo tenía ocho años y ya vivía en un ambiente de lujo y rodeado de gente adinerada. Su vida se basaba en soñar despierto, así era Jaime. A causa de su minusvalía Jaime sentía gran afición por los libros ya que era su única compañía aparte del ama de llaves, María, puesto que sus padres nunca estaban en casa. Jaime y María, y María y Jaime eran amigos confidentes y disfrutaban mucho jugando en el jardín que rodeaba su casa.
A medida que fue creciendo, no pudo separarse de su mayor enemiga, la rutina. Por este motivo intentaba deshacerse de ella explorando a través de su ventana.
Un fantástico día de verano vio que al chalet de al lado había legado una nueva familia con una niña. Jaime supuso que, por su altura tendría los mismos años que él y pensó de ella que se trataba de una dulce muñeca muy guapa y por supuesto con una vestimenta que le llamaba bastante la atención.
Era costumbre en su barrio hacer un agradable recibimiento a las familias recién llegadas, por lo que los padres de Jaime le propusieron ir a la casa de los nuevos vecinos. El aceptó encantado y muy ilusionado puesto que sería el momento perfecto para tener una conversación con ella o simplemente mirarla.
Cordialmente se presentaron ambas familias y por cortesía les invitaron a tomar el té dentro de la casa un poco deshabitada, pues aún faltaban muchas cosas por colocar.
Los niños tímidamente se dieron la mano. Clara, era una niña que destacaba por su delicada melena rubia muy bien cuidada y sobre todo por sus ojos claros con largas pestañas, cosa que asombraba mucho a Jaime. La niña sentía enseguida la curiosidad por saber cómo se llamaba y no dudó en preguntárselo e invitarle a jugar en el porche. Las charlas de los nuevos vecinos sobre todo se fijaron en el problema que Jaime tenía.
Siempre que le quedaba un rato libre a Clara después de la escuela, se pasaba por casa de Jaime para escuchar las historias que le contaba y con las que se quedaba embobada. Así fue como la niña empezó a interesarse por todos los libros de aventura que su nuevo amigo tenía acumulados en una enorme estantería de madera de nogal. Este ambiente tan entrañable impulsó a Clara a ayudar a Jaime con los estudios siempre y cuando este le contase una de sus historias nada más terminar.
Los cuentos sobre todo solían referirse a sus animales preferidos: los caballos. Jaime los adoraba pero al mismo tiempo los extrañaba, puesto que desde que se quedó inválido no ha vuelto a montar en ellos. Todos los niños cuando son pequeños tienen una fantasía, un sueño, pero él además tenía una enorme ilusión y esperanza y era volver a galopar algún día. Clara les propuso a los padres de Jaime llevarle a
rehabilitación, opción que nunca habían contemplado debido a la falta de tiempo de los dos.
Tras cuatro meses, las sesiones a las que asistía para su cura iban resultado efectivas. Jaime siempre iba acompañado por su amiga Clara. Meses antes, su gran amiga y confidente María tuvo que marcharse del hogar por motivos personales por lo que hacía tiempo que no se veían.
Jaime empezó a asistir a clases de equitación para adaptarse de nuevo y tomar contacto otra vez con los caballos. Para el cumpleaños de Jaime quedaba muy pocos días y esta vez no quería recibir ningún regalo sino dar una sorpresa a alguien muy especial. El club de hípica SANT GEORGE, al que asistía, tenía un gran valor emotivo; era donde solía ir su abuelo, con el que compartía su gran afición.
El pequeño, en complicidad con sus padres, hizo asistir a María a un evento como a los que solía ir sobre carreras de caballos.
Relámpago, que así se llamaba el caballo de su abuelo, era uno de los más deseados y veloces. La carrera iba a dar comienzo y, al sonido de un disparo todos los caballos salieron como flechas. María se quedó asombrada pues en seguida distinguió a Relámpago y quien lo montaba no era el mismo jinete de siempre. ¡No podía creerlo! Encima del caballo estaba su niño, su pequeño Jaime, cumpliendo su gran sueño. Era un milagro.
Terminada la competición, ambos se abrazaron pero esta vez de pie y todos lloraron emocionados.
Un sueño con ilusión puede llegar a ser una realidad.