SUEÑOS DE AMOR
Aquella noche noté cómo sus labios tocaron mis labios, las lágrimas brotaron de mis ojos y rozaron mis mejillas. En ese mismo instante, desperté; todo había sido un sueño... Otra vez había desaparecido de mi lado; aquello no podía seguir así, despertarme y no encontrarlo a mi lado después de todo lo vivido, siempre era un sueño, un sueño que no consigo ver hecho realidad.
Me llamo Carolina, tengo 16 años y todavía sigo esperando al chico de mis sueños, sí, ese que aparece y desaparece todas las noches en mis sueños, aquel chico, Jesús. Es un chico muy guapo, algo creído y según mis amigos no me conviene, según ellos, debería olvidarme de él, pero creedme, lo intento y no puedo, pienso en todas las cosas malas que pueda tener, pero sólo consigo enamorarme más.
Cuando él no está es como si me faltara algo, algo en el corazón... Y, cuando él aparece doblando la esquina para llegar al lugar donde todos quedamos, el corazón se me acelera, me hace “pumpúm” más y más fuerte, como si quisiera gritar “¡te quiero!”
A veces, cuando estoy sola, me pregunto si algún día se fijará en mí, o seguiré aquí esperando a tener el valor suficiente para decirle lo mucho que lo quiero y lo necesito; aunque, tengo el presentimiento de que nunca conseguiré ese valor.
Esta noche he vuelto a soñar con él, soñé que él se acercaba hacia a mí y me acariciaba la cara con sus dulces manos, me daba un abrazo y, ya los dos abrazados, me susurraba al oído aquel esperado “te quiero”. Como siempre, volví a despertar y él se desvaneció entre los primeros rayos de sol.
He quedado esta tarde, me pongo guapa para él, no sé si estará allí, pero me pongo guapa, hoy voy más arreglada que de costumbre. Cuando llego veo a todo el mundo y lo busco, ¡ahí está! Me acerco a saludar, me da dos besos, sé que nunca ocurrirá nada más entre nosotros, lo sé.
Acabo de volver, no tengo ganas de nada, me estoy poniendo el pijama y ahora me estoy acostando, me duermo, y empiezo a soñar...
Hay un oscuro pasillo, al final estas tú, como una luz que lo ilumina todo, corro hacia ti, acelero, me tropiezo, me caigo, me levanto ¡te tengo que alcanzar! Llego, desapareces, no estás... te perdí.
Hoy he vuelto a despertar sumergida en lágrimas, esto no puede seguir así, tengo que olvidarme de él... Me visto sin ganas, sin prestar atención a la combinación de las ropas, me dispongo a peinarme, cuando, de pronto, siento una punzada en mi corazón, y entonces algo recorre mi cuerpo y me digo a mí misma que debo arreglarme e ir a por todas.
Acabo de llegar al instituto, allí está él, tan guapo como de costumbre, sentado en el último pupitre de la última fila., y yo, como una tonta, me quedo embobada; cuando salgo de “mi mundo”, me doy cuenta de que el profesor ya había entrado en clase. Entonces, me siento en mi sitio y, así pasan las horas, y yo no atiendo a las explicaciones de los profesores, ¡ todo el día pensando en él!
Hoy no ha sido un buen día ni un día emocionante, sólo un día normal; Jesús sin echarme cuenta y yo... pues yo como siempre, igual de tonta.
- ¿Hola?
- Carolina, estoy aquí...
- ¿Jesús eres tú?
- Sí, ven por favor.
- Voy.
- ¡Rápido, por favor!
- Ya estoy aquí...
En ese momento, me besaba con uno de esos besos de película y yo me derretía en sus brazos; pero claro, esto había sido otra vez un sueño y yo me acababa de despertar.
Cuando he llegado al instituto, me he encontrado a Jesús sentado en la silla de la chica que se sienta a mi lado. Hemos estado todo el día juntos y...
Acabo de llegar a mi casa, ¡estoy tan feliz! Por fin mis sueños se han hecho realidad, Jesús me ha pedido salir y... ¡estoy con él!
