GANAR
Ella no me dijo por qué , pero la noté triste. Todo empezó cuando me levanté por la mañana y me fui al colegio. No tengo muchos amigos, así que me vuelco en mis dos pasiones: la música y el diseño de moda. Pocos comparten mi concepto de la elegancia y por eso creo que no caigo bien a la gente. Sí, soy diferente y me gusta.
Hace un par de años empecé a diseñar vestimentas interesantes y muy originales. ¡Ah! creo que no lo he dicho todavía, me llamo Nuria y tengo trece años. Como os iba contando, ese día de colegio, mientras caminaba por la calle vi un cartel en el que pude leer: “ Si quieres ser diseñadora esta es tu oportunidad. Participa en nuestro concurso”. Cogí el cartel y me lo llevé a casa, allí estaba Sara, mi hermana, que siempre me apoya en todo.
Sara, mira lo que tengo- dije muy ilusionada.
¿Qué pasa Nunu? ( así me llama de manera cariñosa)
Le di el cartel, ella lo miró y me dijo: “ganarás”. Me ayudó a rellenar los datos y fue conmigo al fotógrafo porque necesitaba una foto. En realidad no quería ganar el concurso, creo, lo importante es que las personas pudieran ver mis diseños y conocer sus opiniones.
Dos días después nos montamos en el coche y nos fuimos a Sevilla. Por poco, pero llegamos a tiempo. Allí había muchas chicas que hablaban con voz de pito y que me miraban de reojo. Me puse en la cola donde una mujer alta y rubia, demasiado rubia, cogía los impresos. Al llegar mi turno me miró y dijo: “Estamos completos. Ya tenemos demasiadas chicas.”
¿ Demasiadas chicas? ¡ Sólo hay cinco y hoy es el primer día¡ dijo mi hermana enfadada.
Lo siento, no puede ser.
Per…
No dejé que terminara la frase y agarré a mi hermana del brazo.
Vámonos y olvida esto, le dije mientras se me escapaba una lágrima.
Me hubiese encantado llegar a casa y poder contarlo, pero ¿a quién? Sara era mi única familia. Durante el trayecto estuvimos en silencio un buen rato hasta que Sara habló:
Deberías haber dejado que le dijera algo a esa rubia de bote.
Hubiera sido igual.
No, te equivocas. Papá siempre nos decía que había que luchar por lo que se quiere.
Está bien , mañana iré e intentaré hablar con el director del concurso.
Al día siguiente ya estábamos de nuevo en aquel lugar, pero con una diferencia importante y es que la persona que nos atendió fue amable y recogió mis diseños. Estábamos contentísimas hasta que escuché unas risas. Sí, se reían de mí y de mi forma de vestir. Por un momento me hundí y casi me pongo a llorar, pero… miré a Sara, recordé a mis padres y todo el amor que nos tenían. Entonces me sentí fuerte y feliz. El concurso no importaba porque yo ya había ganado lo más importante, la confianza en mí misma.