¿Quién te mantiene vivo?
¿Cómo describirías un sentimiento que te hace seguir viviendo? ¿Como lo expresarías cuando te hace funcionar a mil por hora? ¿O tres mil?
No se puede interpretar con una sola palabra… Se trata de una sensación que te hace despegar los pies del suelo y salir volando… sin hacerlo en realidad… o quizás sí. Tal vez sean como unas transparentes alas, las cuales nos dona el sentir profundamente mientras flotas en el aire… es increíble.
Al verte, mi corazón se dispara y va a tal velocidad que mi sangre podría dar la vuelta al mundo en un par de latidos.
Mi respiración se acelera y se escucha como si hubiese corrido la maratón. Mis ojos, llenos de vida derraman frías lágrimas que se posan en mi corazón, al no encontrar los tuyos en el camino de una mirada, y pienso, y siento, son inalcanzables…
Mis manos mueren, secas, por no alcanzar tus labios, cada caricia que regalas a mis sentidos es como una ventana al más allá. Es algo fuera de los común, no se puede explicar… te sientes en una burbuja de cristal, en la que permanecen solos tu mirada y mis deseos.
Paseamos por Sevilla poniendo por excusa estar en otro lado. Era increíble tu forma de tratarme, como nadie nunca. Tu mirada me transporta a un lugar idílico, secreto, donde solo podemos estar los dos, dando igual lo que pase a nuestro alrededor.
La despedida desencadena la tristeza en mi rostro… tener que dejar ese trocito de ese mundo enlazado e imaginado por los dos y volver con los pies en el suelo a mi realidad, soñando e impacientando al tiempo, verte de nuevo.
¡Ya está! Ese es el sentimiento… el que te hace volar como a las hadas, me ha inundado y no es fácil desprenderse de él.
Cada semana eras mi regalo, mi motivo valido para seguir y muy ilusionada seguía esperándote, hasta que desperté y tú no estabas. Habías volado de mi rutina. Sin avisar te fuiste presuroso y solo me dejaste diferentes emociones y recuerdos que no consigo olvidar.
Realmente lo tenía todo al alcance de la mano. Tanto como cerrar los ojos e imaginar una figura, en cada oscura noche encerrada en mi habitación, esperaba una llamada que durmiese mi vacía soledad.
Me daba cuenta que una simple mirada, dedicada a cualquier persona, era un abismo para nosotros… ¿Pero qué podía hacer yo? Me había convertido en una muñequita. Eras capaz de dirigir tu vida, pero también te llevaste la mía.
Aun así, sigo guardando la burbuja, nuestra burbuja de cristal. ¿Recuerdas? La tengo enclaustrada bajo llave, con todos tus recuerdos, para que no se pierdan, ni se marchiten, ni se rompan… porque después de todo te sigo queriendo.
Parece absurdo seguir pensando en ti después de todo, pero ¿qué le puedo hacer? Si mi corazón me ha dado razones que mi propia razón no ha logrado aún comprender.