Será una ilusión el día que me invites a soñar.
Todo esto es culpa de ese 1865...Del maldito Isaac.
Bien. Él y su estúpida ley, su gran descubrimiento, el momento clave de la
humanidad...Y bien, ¿no se le ocurrió quizá un antídoto? Algo así como una
especie de aspiradora que acabara con la gravedad. Y ahí estás tú, como el
epicentro. Insensible, caradura, pero tan temerosamente hermoso... A la vez
eres el huracán en toda su extensión, el diámetro completo... Arrasas con todo,
con mis manos, con mi boca, con mis pensamientos, mi ilusión...pero en
especial vas a por mi corazón. Lo elevas y lo lanzas con fuerza al suelo,
dejándolo roto. Pero luego cuán ángel compasivo, lo tomas, lo pegas y lo
besas...Acabando con el dolor. Bestia desenfrenada, cuyas alas son de
terciopelo. Fuego con boca de agua. Sequía cargada de rocío. Invierno lleno
de flores...Y a la vez eres flor. Lo peor de todo, es que mi mirada pierde efecto bajo tus efectos, y si vuelves a
mirarme de esa forma, como si tuviese la culpa de sentir este torbellino en mi
interior, me convenceré a mí misma de que a veces me rehúyes para no darte
cuenta de qué sientes por mí. Si vuelves a sonreírme de esa forma, sin
pensarlo tendré que besarte, tendré que abrazarte.
A veces suelo meditar, y pensar en ello, ¿no sería más sencillo como dice Edith
Piaf en La Vie en Rose? Tomarle entre tus brazos, hablarle al oído, decirle
palabras de amor, palabras normales y corrientes... y decirle que en cuanto le
ves sientes latir tu corazón. Cómo me gustaría, como lucharía por poder
escuchar de tus labios de fresa una sola palabra, y que sin miedo a nada, sin
vacilar, me susurrases que todo irá bien, que eres tú y nadie más, que me
cuidarás de cualquier dolor, que solo tú cambiarías tu frialdad por
demostrarme día a día cuánto necesitas de mi calor.
Sin embargo, uno ama a los opuestos, esa persona que es capaz de romper
con todas nuestras estructuras, el terremoto perfecto que tambalea nuestros
sentidos y nos desestabiliza, y a pesar de esto, matamos todo lo que amamos.
Sí, sí, que lo sepan todos. Algunos lo hacen con la palabra, otros con la
mirada. El cobarde lo hace con un beso, el valiente con la espada.
Sería fácil si no siguiera esperando que volvieras, que aparezcas de una u otra
manera, más fácil si hubieras desaparecido de una vez por todas. ¿Sabes qué
más? Que no habría complicaciones si nunca hubieses conseguido
ilusionarme. No las habría si no siguieses haciéndolo, aunque en realidad no
digas nada, aunque no hagas nada, aunque ni siquiera seas consciente,
aunque lo hagas sin querer, casi sin darte ni cuenta. Pero lo hiciste. Lo haces.
Lo harás. Y, aunque sea más complicado, escoge quedarte conmigo. Verás,
yo no quiero facilidades, las cosas que cuestan son las que realmente merecen
la pena. No quiero que te vayas y desaparezca todo, todo el amor, todos los
planes, todas las ilusiones. Que te marches y, en realidad, parte de mí se
marche contigo. Que te esfumes y se esfumen las primaveras, las noches en
vela. No quiero que sea más sencillo, solo quiero que sea mejor.
Maldito Newton, maldita hipocresía. Adoro a los valientes, los poetas
empedernidos que arriesgan por sus ideales pero... ¿dónde están los míos?
¿Y mi valentía? Si realmente existiera iría corriendo a tu puerta, a tus ojos, y
sin pensarlo te gritaría que eres la luz que alumbra todas las cosas. Que quiero
besarte. No. Incluso te besaría. Te abrazaría, o tal vez no. Lo haría sin planes,
rápido, sin actuar. Y las consecuencias serían secundario en todo su rango.
Solo te pido un instante, un solo segundo para que puedas comprender y
entender, esta tortura de no poder mirarte, esta locura que desestabiliza la
armonía. Solo un instante para proyectarte momentos, grandes momentos
junto a mí, junto a ti. Juntos.
Pero en este tiempo he aprendido algo: todo en esta vida depende de las viejas
normas no escritas acerca de los sentimientos. Nadie es tan inmune como para
ser impermeable, ni tan inteligente como para diferenciar lo bueno de lo malo.
Además, siempre amamos a quien no debemos, y nos aman aquellos a los
que no hacemos caso. Nadie es tan fuerte como para resistirse al amor cuando
llega.
Pero, ¿todavía sigues aquí? Vale, está bien, te propongo algo. Vamos a jugar
a que cada vez que te digo que te largues no rezo para que te quedes. Vamos
a hacer como que cada vez que pones cara de odiarme no te mueres de
ganas de besarme. Vamos a fingir que un ‘’eres odioso’’ no significa un ‘’odio
necesitarte así’’. Vamos a convencernos a nosotros mismos de que un
‘’¡cállate!’’, no quiere decir un ‘’no puedo vivir sin ti’’. Vamos a mentalizarnos de
que algo entre los dos es tan imposible como electrizante a la vez. Vamos a
apuntar en nuestra agenda el dejar de mirarnos de reojo cuando creemos que
nadie nos ve. Vamos a hacer pensar a la gente que no podemos soportarnos,
que por mi parte nunca habría nada entre los dos. Vamos a hacer ciertas las
leyes universales. Vamos a reunir el valor necesario para decirnos sin que nos
tiemble la voz: no te quiero. Vamos a seguir con el plan establecido; vamos a
matarnos con la mirada cuando sea necesario y comernos con los ojos el resto
del tiempo.
Otra vez lo estoy haciendo. Hipócrita escribo sobre lo que haría que nunca
haré. Hipócrita pienso hacerlo por unos momentos, pero ... ¿Dónde te
escondes valentía? Supongo que junto a tus besos, porque tampoco los
encuentro. Ahora voy a dormirme, para soñar que te tengo. Porque
últimamente mi vida se resume en eso: gravitación, hipocresía, sueños y,
sobre todo...Tú.
Por último una ley divina. Nada en el mundo es uno, por una leu común, todas
las cosas se encuentran y se funden en un mismo espíritu.
Ahora mi pregunta. ¿Por qué no yo con el tuyo?
Todo esto es culpa de ese 1865...Del maldito Isaac.
Bien. Él y su estúpida ley, su gran descubrimiento, el momento clave de la
humanidad...Y bien, ¿no se le ocurrió quizá un antídoto? Algo así como una
especie de aspiradora que acabara con la gravedad. Y ahí estás tú, como el
epicentro. Insensible, caradura, pero tan temerosamente hermoso... A la vez
eres el huracán en toda su extensión, el diámetro completo... Arrasas con todo,
con mis manos, con mi boca, con mis pensamientos, mi ilusión...pero en
especial vas a por mi corazón. Lo elevas y lo lanzas con fuerza al suelo,
dejándolo roto. Pero luego cuán ángel compasivo, lo tomas, lo pegas y lo
besas...Acabando con el dolor. Bestia desenfrenada, cuyas alas son de
terciopelo. Fuego con boca de agua. Sequía cargada de rocío. Invierno lleno
de flores...Y a la vez eres flor. Lo peor de todo, es que mi mirada pierde efecto bajo tus efectos, y si vuelves a
mirarme de esa forma, como si tuviese la culpa de sentir este torbellino en mi
interior, me convenceré a mí misma de que a veces me rehúyes para no darte
cuenta de qué sientes por mí. Si vuelves a sonreírme de esa forma, sin
pensarlo tendré que besarte, tendré que abrazarte.
A veces suelo meditar, y pensar en ello, ¿no sería más sencillo como dice Edith
Piaf en La Vie en Rose? Tomarle entre tus brazos, hablarle al oído, decirle
palabras de amor, palabras normales y corrientes... y decirle que en cuanto le
ves sientes latir tu corazón. Cómo me gustaría, como lucharía por poder
escuchar de tus labios de fresa una sola palabra, y que sin miedo a nada, sin
vacilar, me susurrases que todo irá bien, que eres tú y nadie más, que me
cuidarás de cualquier dolor, que solo tú cambiarías tu frialdad por
demostrarme día a día cuánto necesitas de mi calor.
Sin embargo, uno ama a los opuestos, esa persona que es capaz de romper
con todas nuestras estructuras, el terremoto perfecto que tambalea nuestros
sentidos y nos desestabiliza, y a pesar de esto, matamos todo lo que amamos.
Sí, sí, que lo sepan todos. Algunos lo hacen con la palabra, otros con la
mirada. El cobarde lo hace con un beso, el valiente con la espada.
Sería fácil si no siguiera esperando que volvieras, que aparezcas de una u otra
manera, más fácil si hubieras desaparecido de una vez por todas. ¿Sabes qué
más? Que no habría complicaciones si nunca hubieses conseguido
ilusionarme. No las habría si no siguieses haciéndolo, aunque en realidad no
digas nada, aunque no hagas nada, aunque ni siquiera seas consciente,
aunque lo hagas sin querer, casi sin darte ni cuenta. Pero lo hiciste. Lo haces.
Lo harás. Y, aunque sea más complicado, escoge quedarte conmigo. Verás,
yo no quiero facilidades, las cosas que cuestan son las que realmente merecen
la pena. No quiero que te vayas y desaparezca todo, todo el amor, todos los
planes, todas las ilusiones. Que te marches y, en realidad, parte de mí se
marche contigo. Que te esfumes y se esfumen las primaveras, las noches en
vela. No quiero que sea más sencillo, solo quiero que sea mejor.
Maldito Newton, maldita hipocresía. Adoro a los valientes, los poetas
empedernidos que arriesgan por sus ideales pero... ¿dónde están los míos?
¿Y mi valentía? Si realmente existiera iría corriendo a tu puerta, a tus ojos, y
sin pensarlo te gritaría que eres la luz que alumbra todas las cosas. Que quiero
besarte. No. Incluso te besaría. Te abrazaría, o tal vez no. Lo haría sin planes,
rápido, sin actuar. Y las consecuencias serían secundario en todo su rango.
Solo te pido un instante, un solo segundo para que puedas comprender y
entender, esta tortura de no poder mirarte, esta locura que desestabiliza la
armonía. Solo un instante para proyectarte momentos, grandes momentos
junto a mí, junto a ti. Juntos.
Pero en este tiempo he aprendido algo: todo en esta vida depende de las viejas
normas no escritas acerca de los sentimientos. Nadie es tan inmune como para
ser impermeable, ni tan inteligente como para diferenciar lo bueno de lo malo.
Además, siempre amamos a quien no debemos, y nos aman aquellos a los
que no hacemos caso. Nadie es tan fuerte como para resistirse al amor cuando
llega.
Pero, ¿todavía sigues aquí? Vale, está bien, te propongo algo. Vamos a jugar
a que cada vez que te digo que te largues no rezo para que te quedes. Vamos
a hacer como que cada vez que pones cara de odiarme no te mueres de
ganas de besarme. Vamos a fingir que un ‘’eres odioso’’ no significa un ‘’odio
necesitarte así’’. Vamos a convencernos a nosotros mismos de que un
‘’¡cállate!’’, no quiere decir un ‘’no puedo vivir sin ti’’. Vamos a mentalizarnos de
que algo entre los dos es tan imposible como electrizante a la vez. Vamos a
apuntar en nuestra agenda el dejar de mirarnos de reojo cuando creemos que
nadie nos ve. Vamos a hacer pensar a la gente que no podemos soportarnos,
que por mi parte nunca habría nada entre los dos. Vamos a hacer ciertas las
leyes universales. Vamos a reunir el valor necesario para decirnos sin que nos
tiemble la voz: no te quiero. Vamos a seguir con el plan establecido; vamos a
matarnos con la mirada cuando sea necesario y comernos con los ojos el resto
del tiempo.
Otra vez lo estoy haciendo. Hipócrita escribo sobre lo que haría que nunca
haré. Hipócrita pienso hacerlo por unos momentos, pero ... ¿Dónde te
escondes valentía? Supongo que junto a tus besos, porque tampoco los
encuentro. Ahora voy a dormirme, para soñar que te tengo. Porque
últimamente mi vida se resume en eso: gravitación, hipocresía, sueños y,
sobre todo...Tú.
Por último una ley divina. Nada en el mundo es uno, por una leu común, todas
las cosas se encuentran y se funden en un mismo espíritu.
Ahora mi pregunta. ¿Por qué no yo con el tuyo?