Este periódico escolar nace como una aventura en la que un grupo de alumnos y de profesores quieren explorar las posibilidades de las herramientas de comunicación que existen en Internet. Está abierto a la colaboración de alumnos y profesores de nuestro Instituto.
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miércoles, 16 de mayo de 2012

Concurso de Relatos 2012 - Categoria A: Pirata

PIRATA

El barco se zarandeaba de un lugar a otro, estaba a merced del viento, sin timón, siendo arrastrado por la más mínima corriente de aire, a poca a distancia un bergantín cañoneándolo sin cesar, es un bergantín pirata, lleva persiguiendo a la pinaza mercante horas llegando a dejarlo, sin timón, ni ningún tipo de arboladura.

- ¡¡¡Capitán!!!, ¡Están barrenando totalmente el barco!,¡Hay que abandonarlo!- dijo el primer oficial.
- ¡No podemos la mar volcaría los botes!-dijo el capitán a pleno pulmón totalmente desesperado,
- ¡Yo me voy!-dijo con tono firme el primer oficial.
- ¡Vosotros venid!-dijo con tono imperioso el que era el segundo de abordo.

Se echó el bote al mar con doce hombres dentro, pero este al poco tiempo volcó, William Silfirg el primer oficial nado con las fuerzas que dan la desesperación y el amor por la vida.

Llego a la playa totalmente exhausto, avanzó uno cuantos metros fuera del alcance de la ira del mar y se tumbó, al rato grito con alegría indescriptible: ¡¡Estás vivo Willy!!

Pero un cañonazo de socorro, lo saco de sus cavilaciones. La pinaza acosada muy de cerca por el bergantín hacia rugir sus cañones como un león herido de muerte. En un momento dado, los piratas se alejaron ligeramente de su presa, William no entendía hasta que acertó a dirigir la mirada a su desgraciado buque, se dirigía de frente contra unos acantilados. William vio como el navío se
estrellaba contra las rocas estrepitosamente, vio como se hundió, entre sendos surcos de lágrimas por los compañeros caídos, Silfirg observó con odio e ira como los causantes de aquella desgracia se alejaban del lugar con cierta pesadez, como incordiados por la repentina pérdida de tan suculenta presa.

William se quedó llorando largo rato y entre llantos y maldiciones al destino, juró que se vengaría de aquel canalla... no, de todo ese navío de mal nacidos y siguió su amargo llanto hasta que agotado cayó dormido.

Se despertó al día siguiente, con un radiante sol del Caribe cegándolo, se levantó y tardo un tiempo en recordarlo todo, sintió ganas de llorar pero no pudo, se sereno y empezó a pensar con claridad, recorrió la playa en busca de supervivientes ,en vano pues no halló ninguno. Desalentado por ser el único superviviente se sentó a la sombra de un cocotero. Al poco tiempo escuchó unas voces.

Pensó en correr hacia ellos para pedirles auxilio, pero una frase le heló la sangre en las venas y le obligó a esconderse.

- Capitán hemos recorrido más de la mitad de la bahía y no hay ningún testigo vivo- dijo con gran recelo uno de los componentes de la comitiva que acaba de aparecer ante sus ojos con un hombre al frente.
- No quiero correr riesgos -dijo el más trajeado y que sin ninguna duda era el capitán, con un fuerte
acento francés.
- Si señor-dijo el que seguramente era el segundo, con el mismo recelo de antes pero dejando entrever cierta hartura.

William tuvo el impulso de lanzarse sobre aquel canalla que mandaba el navío que le había traído tanta desgracia, pero se trago sus ansias de venganza y se dijo que hoy no pero se aseguró de marcar el aspecto de ese miserable para poder reconocerlo en un futuro.

Alto, delgado y trajeado, se movía con agilidad y soltura, un estoque colgaba de su cinto, su rostro, una cicatriz le llegaba desde la barbilla hasta la base del cuello, un poblado bigote pelirrojo adorna su labio, sus ojos muy grandes creía ver que eran marrones, y los más impresionantes tenía toda la cara llena de quemaduras de pólvora, esta agradable estampa quedo grabada a fuego en la mente de William.

Vio como se alejaron, hasta que fueron un puntito en la playa y después... nada.
William camino durante horas hasta que llegó a una pequeña colonia española de actividad sobre todo pesquera las gentes de allí lo recibieron con los brazos abiertos y escucharon su trágica historia lo que no hizo sino aumentar su misericordia por él. El gobernador de la población Don Diego López, le proporcionó un pequeño bote de a remo para que se ganará la vida como pescador.

William resultó ser muy habilidoso en la pesca menor, pues descubrió una bahía a medio día de viaje de la que se obtenían excelentes presas, llegando a conocer hasta el último recodo y cueva de la bahía. El gobernador viendo la calidad de las presas lo convirtió en su abastecedor oficial.

Así William próspero en la colonia, compró una casa cerca del puerto, amplios ventanales, un gran salón, cuatro habitaciones sin contar la del criado que se había permitido sustentar y la cocinera.

William podría haber vivido de esta forma el resto de su vida, pero el destino le tenía aguardado otro camino... un día.

El gobernador lo hizo llamar:
- William una altas dignidades de Santo Domingo van hacer cala en nuestro puerto, y quiero servirles los mejores pescados de estas aguas-dijo el gobernador como confiándole una gran responsabilidad.
- Así lo haré gobernador-dijo decididamente William.
- Pero tu embarcación es demasiado pequeña para conseguir tal cantidad de viandas...- Dijo lentamente el gobernador.
- En eso tenéis razón señor...- dijo William mientras pensaba una solución ante el dilema, pero sus meditaciones se vieron interrumpidas por una exclamación del político.
- Por eso os proporciono una pequeña embarcación con una extensa bodega y el dinero suficiente para contratar veinte buenos marineros.
- Os lo agradezco enormemente excelencia pero esto como todo tiene un precio ¿no?-dijo con tono comprensivo..
- Conoces bien las reglas del mundo, Silfirg... las arcas sufren escaseces por lo cual te pido encarecidamente que tomes mi palabra de honor como suficiente seguridad de que te devolveré el dinero debido-

William sabiendo de la honestidad y buena fe del anciano, además de las estrecheces de sus arcas lo aceptó con una sonrisa.

William enroló a veinte marineros curtidos, y en dos días se hizo a la mar con las bendiciones del que cada vez, parecía mas un buen amigo.

Capturaron abundantes viandas, y su tripulación se mostraba muy complacida con el nuevo capitán, al igual que el gobernador y sus selectos invitados con la cena servida.

Al amanecer del día siguiente William fue llamado por el gobernador.
-William lo he pensado lentamente y he decidido darte el navío en pago de tus excelentes servicios- dijo el anciano con una gran sonrisa en la cara ante la estupefacción del joven escocés de apenas veinte años.

A lo que añadió
-Y no toleraré un no como respuesta-

William se salió de la habitación entre agradecimientos, halagos, promesas de un futuro brillante …

Con su nueva embarcación se convirtió en un rico mercante, que proveía de excelentes pescados a los gobernadores y excelencias de La Española, Puerto Príncipe, Puerto Plata...

Pero resulto que en uno de sus viajes un filibustero francés con base en Tortuga atacó a nuestro amigo, habiendo tenido este la prudencia de armar su tripulación con mosquetes y sables.

Los franceses no intentaron debilitar la resistencia del barco con descargas de batería, abordándolo en el acto, cuarenta hombres atacaron el barco, fueron recibidos con una descarga de fusilería cerrada abatiendo a la mitad de los asaltantes al principio de la batalla, se inició una encarnizada batalla que duró una hora, diecisiete filibusteros todos ellos mal heridos rindieron la nave, el balance fue este por el lado asaltante cincuenta y dos bajas y el resto heridos y apresados ,en el bando defensor ocho muertes y otros diez heridos además de la captura del barco enemigo con su bodega repleta de objetos náuticos así como abundancia de armas, municiones y víveres.

En Santo Domingo entregó a los quince prisioneros que habían sobrevivido a las heridas, estos estaban en captura vivos o muertos, le dieron la recompensa por los prisioneros y por el cadáver del capitán y el primer oficial.

Por la venta de la pequeña embarcación, que sustituyó por el balandro francés, las recompensas, la vente de la mercancía que transportaba y los ahorros que había reunido su capital ascendía a cinco mil doblones de a ocho.


En Santo Domingo reunió una tripulación para la nave capturada, cincuenta y tres almas se sumaron a los restos de la anterior embarcación, era una nave magnífica una tripulación de sesenta y un hombres, dieciséis cañones, tres palos y un casco de roble con contrachapado de bronce además de una extensa bodega.


La vida transcurría apacible para William, pero el destino no había olvidado aquellos juramentos realizados hacía ya tres años en bahía tormentosa.

Una mañana con un sol radiante y abrasador en la que William se dirigía a la bahía en la atrapaba tan suculentas presas, cuando amarrado en la bahía observó por el catalejo un pomposo bergantín, William lo observó con cierta curiosidad, era un barco hermoso de dos palos, unos setenta cañones, de cubierta amplia, velas cuadradas..., vio salir a cubierta el que parecía el patrón de la nave era alto pelirrojo trajeado y se movía con agilidad... todo ello le resultaba extrañamente familiar ... y de repente lo recordó todo de golpe, su antiguo navío estrellándose contra las rocas y la cara de su ejecutor asegurándose de no dejar testigos.

La sangre empezó a hervirle en las venas como aquella primera vez, sabía que era una locura atacar a un barco tan superior en armamento y hombres, esto lo hizo vacilar, pero los factores del ataque sorpresa, conocimiento del campo de batalla y su superior rapidez lo convencieron.

-¡¡¡Prepárense para el ataque!!!-sus oficiales no necesitaron más explicaciones, se cargaron los cañones y mosquetes, encomendaron sus almas al Señor y entablaron batalla.

El bergantín fue cogido totalmente por sorpresa y recibió varias andanadas que le dejaron muy maltrecho antes de empezar a responder con algo, viendo su superioridad armamentística William se retiró con su navío, que tenía mayor velocidad, hasta una parte de bajo calado, su navío paso sin dificultad, pero el bergantín en plena persecución, no se dio cuenta de ello y encalló, William sabía que pronto subiría la marea y la balanza se decantaría a favor de los franceses por ello se acercó con gran agilidad y barrio la cubierta con una andanada de metralla y varias descargas de fusilería, asaltando el barco en el acto, aquello era una verdadera carnicería los pocos supervivientes se lanzaron desesperados contra sus verdugos, y allí halló William al capitán del navío, agarrado al timón, todos sus oficiales estaban muertos alrededor suya su cuerpo estaba perforado por algunos trozos de metralla y algún disparo lo había alcanzado, su mirada perdida en el horizonte se dirigió durante unos instantes a Will, clavando sus ojos marrones en él y esa mirada se lo dijo todo, no estaba de pie, se estaba agarrando al timón con todas las fuerzas que le quedaban y se sabía derrotado y solo con esa mirada...de un casi muerto le dijo que acabara con su vida para que prolongar la agonía, Will se compadeció de el ,pues ahora mostraba que aunque fuera capitán, pirata y asesino … era ya un anciano, Will agarró su puñal y se lo clavo en el corazón.

Y la pareció ver en su mirada agonizante que por una vez en mucho tiempo podría respirar tranquilo y en paz.