LA CARRETERA
Estaba ahí. Como todos los días. En el mismo sitio.Esa chiquilla de ojos negros que todas las noches se aparecía en su mente y se iba como si nada. Aquella niña de piel blanca, cabellos negros y largos y de estatura baja, que la miraba con mirada triste y se marchaba de ese extraño lugar que le parecía conocido pero que no lograba recordar. Todos los días una y otra vez, después de despertar de ese extraño sueño, se le venía a la mente el horrible recuerdo de aquel día.
Ángela iba con su madre por la vieja carretera que unía la ciudad con el pueblo. Era el día de nochebuena y se disponían a ir a casa de sus abuelos, cuando un enorme aguacero las sorprendió. Una luminosa y radiante luz se paró delante de ellas y el coche volcó.
Ángela se despertó; estaba en la sala del hospital de la gran ciudad, y con impaciencia, buscaba a su madre, pero no estaba. No entendía nada, no recordaba nada, y no se explicaba que hacía en ese lugar. Pronto llegaron sus abuelos y se la llevaron a casa; poco a poco intentaron explicarle lo que había pasado. En una peligrosa curva su madre había perdido el control y en un descuido su coche quedó volcado en la carretera. Ella había sobrevivido al accidente, pero su madre no había tenido esa suerte.
Ángela se sentía sola. Sus abuelos no la entendían. En ese lugar había sucedido algo más que un simple accidente; estaba segura. Su mente estaba en blanco, solo recordaba que iba con su madre a casa de sus abuelos por esa vieja carretera llena de curvas y baches, pero nada más. Sabía que sus abuelos le ocultaban algo, pero no sabía qué. Todo eso no le importaba, en su mente solo estaba la imagen de esa pequeña niña que se le aparecía todas las noches en su sueño desde la muerte de su madre.
Pasaron los años, y en su mente ya empezaba a ver con claridad y empezaba a distinguir algo, pero no lo necesario para sacar información. Recordaba que había algo en esa luz que las sorprendió, y que, días antes del accidente, su madre había estado investigando sobre un caso parecido de una extraña carretera.
Empezó a buscar información, pero no le decían nada; era inútil, nadie la podía ayudar y nadíe la comprendía. Se cumplía diez años de la muerte de su madre, era nochebuena y quería estar sola. Una y otra vez, se le venía a la mente esa horrible imagen de ese terrible accidente. Estaba nerviosa, agobiada, triste y sintió la necesidad de acudir a ese lugar después de tantos años, y donde había ocurrido todo.
Era luna llena, y sentía el mismo miedo de aquella noche y a la vez una rara sensación que le recorría todo el cuerpo. Se encontraba justo en el sitio que había sucedido todo.
Quería despejar su mente y se quedó un buen rato pensando. No estaba equivocada. Pensó en ese sueño y en esa niña, y efectivamente se encontraba en el mismo lugar de sus sueños. No lo entendía. ¿Qué significaba todo eso?. Cuando ya se iba, algo muy extraño ocurrió. Una gran luz se reflejó delante de ella y en ese mismo instante desapareció. Estaba ahí. Esa niña pequeña de ojos negros y mirada triste, se encontraba delante de ella. ¿Se trataría de un sueño?. No .Era la realidad. Se acercó y la acarició y, en ese mismo segundo, la niña desapareció. Durante un tiempo seguió visitando aquel lugar. Pero ya no estaba.
Después de unas semanas, se produjo la apertura del testamento de su madre. Entre sus cosas, había un pequeño baúl viejo y sucio, que su madre guardaba desde hacía tiempo. Pero lo que de verdad llamó su atención, fue un viejo sobre arrugado que contenía una extraña foto y un pequeño mapa.¡Era ella!.La niña de la foto era la niña de sus sueños. Era demasiada casualidad: su sueño, el accidente,y ahora la foto. En su mente había miles de preguntas, ¿Quién era esa niña?, ¿qué tenía que ver su madre con ella?¿la conocía?...
Cada vez estaba más confusa, no tenía la información necesaria para descubrir ese enigma y nadie la creía. Recordó que dentro de ese sobre había un pequeño mapa del bosque al que se accedía por la carretera. Acudió a ese lugar con ayuda del mapa, era un sitio precioso, rodeado de flores y árboles, lo que la sorprendía pues se encontraba en un lugar muy triste y abandonado. En el centro de aquel sitio había un pequeño recordatorio con una pequeña lápida en la que aparecía una texto escrito: Samanta, (1980-1985). Todo eso le era conocido, sentía que había estado ahí, ¿pero cuando?.
Cierto día, fue a visitar al párroco del pueblo, pues él fue el que le envió la carta a su madre y por lo tanto él debería tener información. Estaba en lo cierto, el mismo recordó que le había enviado ese documento a su madre hace un tiempo antes del accidente. Ángela le pidió información de esa niña, del recordatorio que había en ese lugar y por supuesto, de quién era ella, tambien comentó que más de una vez la había visto en sueños y que ella misma la había visto en persona en esa carretera. El párroco lo negaba; era imposible, se trataba de una pequeña niña de cinco años, llamada Samanta que también había sufrido una trágico accidente con su madre en esa misma carretera hace aproximadamente unos veinte años. ¡Exactamente,el 24 de diciembre de 1985!
Ángela iba con su madre por la vieja carretera que unía la ciudad con el pueblo. Era el día de nochebuena y se disponían a ir a casa de sus abuelos, cuando un enorme aguacero las sorprendió. Una luminosa y radiante luz se paró delante de ellas y el coche volcó.
Ángela se despertó; estaba en la sala del hospital de la gran ciudad, y con impaciencia, buscaba a su madre, pero no estaba. No entendía nada, no recordaba nada, y no se explicaba que hacía en ese lugar. Pronto llegaron sus abuelos y se la llevaron a casa; poco a poco intentaron explicarle lo que había pasado. En una peligrosa curva su madre había perdido el control y en un descuido su coche quedó volcado en la carretera. Ella había sobrevivido al accidente, pero su madre no había tenido esa suerte.
Ángela se sentía sola. Sus abuelos no la entendían. En ese lugar había sucedido algo más que un simple accidente; estaba segura. Su mente estaba en blanco, solo recordaba que iba con su madre a casa de sus abuelos por esa vieja carretera llena de curvas y baches, pero nada más. Sabía que sus abuelos le ocultaban algo, pero no sabía qué. Todo eso no le importaba, en su mente solo estaba la imagen de esa pequeña niña que se le aparecía todas las noches en su sueño desde la muerte de su madre.
Pasaron los años, y en su mente ya empezaba a ver con claridad y empezaba a distinguir algo, pero no lo necesario para sacar información. Recordaba que había algo en esa luz que las sorprendió, y que, días antes del accidente, su madre había estado investigando sobre un caso parecido de una extraña carretera.
Empezó a buscar información, pero no le decían nada; era inútil, nadie la podía ayudar y nadíe la comprendía. Se cumplía diez años de la muerte de su madre, era nochebuena y quería estar sola. Una y otra vez, se le venía a la mente esa horrible imagen de ese terrible accidente. Estaba nerviosa, agobiada, triste y sintió la necesidad de acudir a ese lugar después de tantos años, y donde había ocurrido todo.
Era luna llena, y sentía el mismo miedo de aquella noche y a la vez una rara sensación que le recorría todo el cuerpo. Se encontraba justo en el sitio que había sucedido todo.
Quería despejar su mente y se quedó un buen rato pensando. No estaba equivocada. Pensó en ese sueño y en esa niña, y efectivamente se encontraba en el mismo lugar de sus sueños. No lo entendía. ¿Qué significaba todo eso?. Cuando ya se iba, algo muy extraño ocurrió. Una gran luz se reflejó delante de ella y en ese mismo instante desapareció. Estaba ahí. Esa niña pequeña de ojos negros y mirada triste, se encontraba delante de ella. ¿Se trataría de un sueño?. No .Era la realidad. Se acercó y la acarició y, en ese mismo segundo, la niña desapareció. Durante un tiempo seguió visitando aquel lugar. Pero ya no estaba.
Después de unas semanas, se produjo la apertura del testamento de su madre. Entre sus cosas, había un pequeño baúl viejo y sucio, que su madre guardaba desde hacía tiempo. Pero lo que de verdad llamó su atención, fue un viejo sobre arrugado que contenía una extraña foto y un pequeño mapa.¡Era ella!.La niña de la foto era la niña de sus sueños. Era demasiada casualidad: su sueño, el accidente,y ahora la foto. En su mente había miles de preguntas, ¿Quién era esa niña?, ¿qué tenía que ver su madre con ella?¿la conocía?...
Cada vez estaba más confusa, no tenía la información necesaria para descubrir ese enigma y nadie la creía. Recordó que dentro de ese sobre había un pequeño mapa del bosque al que se accedía por la carretera. Acudió a ese lugar con ayuda del mapa, era un sitio precioso, rodeado de flores y árboles, lo que la sorprendía pues se encontraba en un lugar muy triste y abandonado. En el centro de aquel sitio había un pequeño recordatorio con una pequeña lápida en la que aparecía una texto escrito: Samanta, (1980-1985). Todo eso le era conocido, sentía que había estado ahí, ¿pero cuando?.
Cierto día, fue a visitar al párroco del pueblo, pues él fue el que le envió la carta a su madre y por lo tanto él debería tener información. Estaba en lo cierto, el mismo recordó que le había enviado ese documento a su madre hace un tiempo antes del accidente. Ángela le pidió información de esa niña, del recordatorio que había en ese lugar y por supuesto, de quién era ella, tambien comentó que más de una vez la había visto en sueños y que ella misma la había visto en persona en esa carretera. El párroco lo negaba; era imposible, se trataba de una pequeña niña de cinco años, llamada Samanta que también había sufrido una trágico accidente con su madre en esa misma carretera hace aproximadamente unos veinte años. ¡Exactamente,el 24 de diciembre de 1985!