Ocho y media de una fría noche sevillana. Los dieciséis alumnos de literatura universal de segundo de bachillerato llegamos puntualmente a la puerta del Lope de Vega, donde hemos quedado para asistir a la representación de la obra Carmen. El ambiente no puede ser más de estreno, y nosotros tan elegantemente vestidos contribuimos a ello. Por fin, se abren las puertas y accedemos al interior. Una vez ocupados nuestros asientos en el anfiteatro podemos contemplar la magnífica decoración barroca del teatro. Poco a poco se va llenando el patio de butacas, hasta casi completar su aforo pues se ven pocos espacios vacíos. Se apagan las luces. Comienza la función.
Carmen es una adaptación de la novela de Prosper Merimée, llevada a escena por la compañía de Teatro Clásico de Sevilla, bajo la dirección de Alfonso Zurro y dramaturgia de Antonio Álamo. En ella Zurro trata de eliminar los tópicos existentes sobre la figura de esta mujer y ensalzarla como modelo de libertad femenina. Cabe destacar la espectacular interpretación de su protagonista, María José Castañeda, al igual que la ocurrente escenografía. Si bien es cierto que tanto la transición desde el pasado a los tiempos modernos como la estructura circular dejan bastante clara la intención de hacer constar que tratamos con un problema que no ha desaparecido de la actualidad, quizá es menos sutil la imagen de mujer liberal con la que pretenden presentar a Carmen. Además la escena final queda un poco ensombrecida por el surrealismo del partido de la selección española de fútbol (escena, por cierto, acogida con algo de desconcierto por todos nosotros).
Tras los aplausos, que no fueron pocos, comenzamos a abandonar el teatro sevillano, comentando la obra de la que acabamos de disfrutar entre nosotros. Aunque sobre ella hay opiniones de todas clases, algo está claro. Y es que esa noche volvimos a casa con una experiencia maravillosa que no vamos a olvidar, y con la sensación de que sin lugar a dudas ha merecido la pena.
Helena Campos.
Carmen es una adaptación de la novela de Prosper Merimée, llevada a escena por la compañía de Teatro Clásico de Sevilla, bajo la dirección de Alfonso Zurro y dramaturgia de Antonio Álamo. En ella Zurro trata de eliminar los tópicos existentes sobre la figura de esta mujer y ensalzarla como modelo de libertad femenina. Cabe destacar la espectacular interpretación de su protagonista, María José Castañeda, al igual que la ocurrente escenografía. Si bien es cierto que tanto la transición desde el pasado a los tiempos modernos como la estructura circular dejan bastante clara la intención de hacer constar que tratamos con un problema que no ha desaparecido de la actualidad, quizá es menos sutil la imagen de mujer liberal con la que pretenden presentar a Carmen. Además la escena final queda un poco ensombrecida por el surrealismo del partido de la selección española de fútbol (escena, por cierto, acogida con algo de desconcierto por todos nosotros).
Tras los aplausos, que no fueron pocos, comenzamos a abandonar el teatro sevillano, comentando la obra de la que acabamos de disfrutar entre nosotros. Aunque sobre ella hay opiniones de todas clases, algo está claro. Y es que esa noche volvimos a casa con una experiencia maravillosa que no vamos a olvidar, y con la sensación de que sin lugar a dudas ha merecido la pena.
Helena Campos.