Este periódico escolar nace como una aventura en la que un grupo de alumnos y de profesores quieren explorar las posibilidades de las herramientas de comunicación que existen en Internet. Está abierto a la colaboración de alumnos y profesores de nuestro Instituto.
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miércoles, 22 de mayo de 2013

Concurso de Relatos 2013 - Categoria B: Prohibido recordar

PROHIBIDO RECORDAR

Hay cosas que son inevitables, si lanzas algo por muy alto y fuerte que lo hagas siempre acabara cayendo, es algo natural porque existe la gravedad. Del mismo modo es inevitable la muerte y el sufrimiento, el amor y los sueños, las lágrimas y las risas ¿Por qué? porque estamos vivos y al estarlo estamos sujetos a pasar por ciertas cosas. Levantarse un lunes con sueño, cumplir años o enamorarse de la persona menos indicada, definitivamente hay cosas que son inevitables y yo estoy inexorablemente enamorada de él, aquel que una vez estuvo tan cerca y ahora es solo un conocido, solo el prometido de una amiga.

Desde que todo esto empezara meses atrás no he tenido el valor de sentarme frente al papel, el temor me inundaba con tal solo pensarlo y mi mente se bloqueaba. Escribir es simplemente algo que forma parte de mi, una liberación, una forma de dejar el mundo atrás y sacar todo lo que llevo dentro. Pero, por eso mismo, es algo que en ocasiones me aterra, cuando escribo soy demasiado transparente por mucho que quiera evitarlo y por más ganas que he sentido estos meses me he reprimido, incapaz de sacar todo esto a la luz pero, ahora, con la ayuda de mi mejor amigo voy a enfrentarlo. Voy a desafiar ese miedo irracional al papel en blanco, a los recuerdos que irrefrenables invadan mi mente pues, aun hoy, todo me recuerda a él.

Escucho como tocan el timbre y me levanto a abrirle la puerta a Carlos quien me saluda con una cálida sonrisa.

Menudos hábitos tienes enana- Dice mientras se encamina hacia mi habitación.

Tu como si estuvieras en tu casa ¿eh? – Digo molesta por el apelativo, odio que hagan referencia a mi estatura- perdona por la hora es que tengo la costumbre de escribir de noche.

No te preocupes de todas formas llevo un par de días con insomnio al menos así tendré compañía, venga pongámonos a ello- dice mientras pone la mano en mi hombro, en un gesto de apoyo que le agradezco.

Me siento en el escritorio, ya está todo preparado, cierro los ojos e intento encontrar las palabras con las que comenzar, abro los ojos y pluma en mano dejo que las letras me envuelvan.

“En el mismo instante en que nuestros ojos se cruzaron los acontecimientos se precipitaron, demasiado, antes de que pudiera reaccionar no quedó más que llorar y ahora, como cada noche, me encuentro en mi cama padeciendo las consecuencias. Mis ojos se hallan fijos en ese techo blanco que he acabado por odiar, no sin motivo y es que no me has dejado otra opción que encomendarme al sueño como cura para esta herida que siento latir en mi interior. Ese descanso tan esperado que imploro borre mi realidad y me libere de mis cargas aunque sea tan solo durante una breve tregua mas, incluso entonces, siempre estas ahí. Te hayas escondido en un rincón de mi ser, cazador de madrugada, esperando el momento oportuno para asaltar mi raciocinio. Nunca es suficiente, aun cuando mis lágrimas llevan tu nombre, aun cuando hasta la ultima gota de mi sangre es tuya no eres capaz de ver lo que se esconde tras mi fría fachada. Cada día al despertar tengo que enfrentarme a ese techo blanco que me devuelve a la verdad, a la nada.

Lo que nos rodea se puede equiparar a un segundo dentro de un sueño que olvidaras al despertar, tus besos fueron como copos de nieve en mis labios.

Ahora solo queda observar ese cielo sombrío, cubierto de nubes cenicientas y amenazantes, ¿hay esperanza de que hoy por fin vengas a visitarme?

-Tengo algo que te pertenece- pienso mientras hago girar el anillo en mis dedos.

Me giro en la cama y no sé en qué momento ocurrió, solo sé que estas ahí, parado, inmóvil, frente a mí, con la mirada tensa y perdida, como queriendo descifrar algo tan fácil y tan difícil a la vez, ¿Qué sientes?, ¿Duda?, ¿Temor tal vez? Detrás de esa gélida mirada atisbo una chispa de felicidad, ¿También te alegras de verme?

-Sabías que vendría y aun así te has negado a verme... eso te hace parecer una niña pequeña.

-Y tu finges no entender el mensaje implícito en ello

-Son celos acaso... ¿lo que delatan tus ojos?- Sonríes ante tu pequeña victoria.

-Te... te equivocas. Eres un enfermo.

Se lleva la mano al pecho, justo sobre su corazón.

-Pero que equivocadas estas... esta enfermedad incurable, es solo por tu causa amor mío.

-¡No digas esas cosas!- Me sonrojo violentamente y aparto la mirada, el contemplar sus ojos no me hará ningún bien. -¿Qué parte de no pienso involucrarme con alguien comprometido no has entendido?

-No actúes tan infantil- Duda en acercarse.- sabes perfectamente que no la amo.

-¿Entonces por que sigues adelante con todo esto? A esa chica parece que se le han muerto las neuronas, su único talento es convertir el oxigeno en dióxido de carbono, ¿Por qué?-bajo la cabeza mientras respiro hondo y aprieto los labios hasta formar una fina línea. -¿Por qué ella y no yo? – añado en mi mente.

-Ya te lo expliqué, no es decisión mía y ciertamente no me agrada pero no puedo hacer otra cosa- dice calmado mientras con la palma extendida hacia mi solicita aquello que llamo suyo.

-Te lo cambio por un beso...

Mi boca tembló ante el conocido sabor de aquellos labios que tanto había soñado volver a tener. Sentí sus manos estrechar mis rubios cabellos y vi sus párpados cerrados como símbolo de confianza absoluta. Me ha derretido con tal facilidad que no puedo hacer otra cosa que corresponder con dulzura y pasión entremezcladas. Que aferrarme a su espalda, como si mis manos jamás hubieran olvidado el tacto perfecto que solo el posee.

-Te amo- Dijo justo antes de volver a besarme. Mi corazón brincó de dicha, saltando con fuego vigoroso en mi interior. Me abracé a él como a la vida misma que solo he recuperado en este instante. Me levantó en sus brazos y mi risa estalló en el lugar -Y no me importa nada más, volveré cuando todo haya acabado- susurro en mi oído, apenas un suspiro que era solo para mi. “

Exhalo lentamente y me dejo caer en la silla, me concentro en reprimir el impulso de salir corriendo, de huir. Tengo ganas de llorar, hace mucho que no lo hago, quizás demasiado, mi entereza se derrumba y desmorona sin remedio en medio de este mar embravecido de sentimientos, demasiado tiempo eludiéndolo.

Me siento débil y frágil, desprotegida y expuesta, siento como si pudiera romperme en cualquier momento. He escrito lo primero que me ha pasado por la cabeza, simplemente me he dejado llevar y no he podido resistir la tentación de hacer que por una vez una de mis historias tenga un final relativamente feliz.

Me giro en la silla recordando súbitamente que no estoy sola y veo a Carlos dormido en mi cama con un libro en la mano, me levanto y me siento en la orilla, una sonrisa dulce curva las comisuras de mis labios mientras le acaricio el pelo castaño. El se remueve en sueños y abre lentamente los ojos.

Perdona no quería despertarte.

No te preocupes, ven aquí- dice mientras me estrecha en sus brazos, reconfortándome- has llorado ¿verdad?

No hace falta responder, él lo sabe perfectamente, me dejo acunar en sus brazos y que estos retiren con su calidez el frio que arde en mi interior.

Gracias.

No me las des, estoy aquí para ti como tú lo has estado siempre, creo que en cierto modo es inevitable que seamos los amigos quienes estemos para ayudar a sanar las heridas que otros dejan en el corazón – se levanta de pronto de la cama y me tiende la mano- venga basta de cursilerías y tonterías, vamos a desayunar que ya ha empezado un nuevo día.

Me dejo guiar por él y al salir no puedo evitar reír sin motivo alguno, me mira interrogante y yo empiezo a correr, ya fue demasiado tiempo estado en la oscuridad, es hora de dejarme bañar por la luz, por este sol cegador que me da la bienvenida al mundo de nuevo.