Este periódico escolar nace como una aventura en la que un grupo de alumnos y de profesores quieren explorar las posibilidades de las herramientas de comunicación que existen en Internet. Está abierto a la colaboración de alumnos y profesores de nuestro Instituto.
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miércoles, 22 de mayo de 2013

Concurso de Relatos 2013 - Categoria B: Destiny

DESTINY

Vi algo moverse entre las estanterías. Parecía… ¿un pingüino? Lo seguí por los pasillos. Entró en un ascensor pero…no estaba ahí antes ¿O no me habías fijado? El pingüino se puso en frente del panel de números, que ocupaba una pequeña franja de arriba a abajo del ascensor, y le dio una patada. El panel giró y nuevas plantas aparecieron en los botones. Estaban ordenados en zig-zag, había hasta trece plantas. El pingüino le dio a todos los botones por orden. El ascensor empezó a moverse a una velocidad vertiginosa.

Cuando llegamos a la decimotercera planta, las luces se apagaron y la puerta se abrió. El pingüino comenzó a andar por el césped. Solo había un edificio moderno en frente. Seguí al pingüino. Podía oír cantar a los pájaros, ese era todo el sonido que había. Reconocí el edificio, era la biblioteca a la que siempre iba. Fui a las estanterías que ponían la letra “D”. Recorrí varias calles. Me paré en una concretamente, recordaba haberlo visto allí, pero no estaba. Cuando me giré vi al pingüino y salió corriendo. Lo seguí. Se paró en la última calle y giró hacia la izquierda. Entre las últimas estanterías de esta calle, había una puerta con una especie de puzle pegado en el que las piezas se movían solas. Cuando se ordenaron la puerta se abrió. El espacio que le seguía era completamente diferente. Al llegar al final, había una larga escalera metálica; al bajarla, pude ver gigantescas estanterías que ocupaban casi todo el espacio, había muchas y tan grandes, que tenían andamios tubulares que recorrían todas las calles, llenas de libros, todos con el mismo color amarillo en el lomo.

-Es fascinante, ¿verdad?

Me giré buscando la voz. Había un hombre en la escalera que unía la planta en la que estaba yo con la superior. Era alto, albino, tenía su largo pelo recogido en una coleta que caía sobre sus hombros, con unos ojos azules perturbadores. Saltó de la escalera y realizó un magistral aterrizaje. El pingüino se refugió tras él.

-Bienvenida ¿Qué tipo de libro estás buscando?- debió percibir que no me sentía nada cómoda -Bienvenida al anexo de la biblioteca central, agujero en el cielo. Soy Teufel, el encargado de esta parte de la biblioteca ¿En qué te puedo ayudar? -dijo con una voz suave y tranquilizadora.

-Um…bueno, ¿podría ayudarme a buscar el libro Destiny?

-Prometo encontrar el libro que deseas en este almacén del conocimiento y mar de recuerdos - dijo manteniendo una sutil sonrisa.

Era un hombre muy raro. Le seguí a través de la calles del anexo de la biblioteca. Iba descartando libros sin apenas fijarse en ellos. Para mí, todos eran iguales. El anexo de la biblioteca central era inusualmente espacioso.

-Eres nuestra primera visitante en mucho tiempo. Este no es un lugar en el que puede entrar cualquiera. Solo los invitados elegidos pueden entrar. Es una biblioteca especial. -Dijo con un halo de misterio, casi siendo tenebroso- Eres una persona muy especial elegida por el destino. Lo encontré ¿Ves? Esta es “tu historia” que estabas buscando- comenzó a leer -Hace tres años, ella tuvo dos amigas. Preciosas amigas con las que compartía sus sueños.

En ese momento tuve el flashback. Fue hace cinco años. Me encontraba en la escuela, dentro de la clase. Estábamos las tres, preparándonos para la audición. Habíamos terminado de elegir que foto pondríamos en el formulario. Pero Marian seguía pensando. Pensaba qué nombre deberíamos poner este año. Margarita y yo también nos pusimos a pensar. Propuse triple-M, porque nos llamábamos Marian, Margarita y Marina. Fue lo último que escribimos en la inscripción. Margarita nos recordó que al día siguiente íbamos a grabar el vídeo, y que los lazos del pelo debían combinar. El encargado cerró el libro y me miró de reojo.

-Cierto, algo así pasó –dije con la cabeza agachada mirando fijamente al suelo.

-Pero este no es el libro que buscas. Sigamos con el siguiente entonces. Después de todo, hay muchos libros aquí- Seguíamos avanzando por los pasillos, los libros pasaron a tener el lomo de color rojo. Se paró tras andar algunos pasillos, y cogió un libro.- Esta es la siguiente historia. Esa noche, la madre de la chica le llevó los lazos que tanto le había pedido.

Volví a tener un flashback. Estaba dentro de casa, era de noche, mamá me había hecho las coletas. Estaba enfrente del espejo. Mamá había comprado los lazos equivocados. No podría perdonarla por eso. Me quité el lazo de la coleta y lo lancé al suelo. No servía porque no era el mismo que el de Marian y Margarita. Le dije a mamá muy alterada que debía ir a comprarlo, mañana era demasiado tarde para hacerlo. Me levanté demasiado rápido y perdí el equilibrio. Me caí, dándole un golpe al espejo, haciendo que este se cayese hacia mí, pero mamá se interpuso. Llamamos a la ambulancia. Ya dentro del cuarto del hospital, vi a mamá vendada, ya que tenía una herida que le dejaría cicatriz. Me arrepentí mucho. Corrí hacia ella, llorando, la abracé muy fuerte y me disculpé hasta que la lágrimas ahogaron mis palabras.

-Eso fue muy conmovedor. Una historia de amor entre madre e hija. Es muy lacrimógeno ¿no crees?- me miró, pero no levanté la mirada del suelo -¿Oh? ¿Este tampoco es? Vaya, vaya…tenemos una petición algo complicada de nuestro huésped. Como era de esperarse. No tenemos otra opción. Vayamos más profundo aún.

Subimos varias escaleras. Al igual que pasó antes, el lomo de los libros cambiaron de color, ahora eran morados. Volvió a coger un libro completamente al azar.

-Al día siguiente la chica le contó a sus amigas lo que había pasado. Su egoísmo había marcado a su madre de por vida. No pudo tener los lazos como había prometido. Quizás, la chica quería castigarse a sí misma diciéndoles a ellas la verdad. Pero, tal vez las dos la odiarían por eso. Esos pensamientos le hicieron un nudo en la garganta. Parece que no estás muy contenta tampoco con este- dijo cerrando el libro -Cierto, la parte que quieres leer es el resto del libro.

Era el último día de colegio. Me fui una hora antes. Había salido cuando algo me golpeó en la cabeza. Podía ver a mis compañeros a través de las ventanas. Marian y Margarita estaban en primera fila. Su mirada era triste, con una pizca de dolor. Aún lo recordaba, ese fue el último día que acudí al colegio. Fue la última vez que las vi.

-Y dos años después, te las encontraste de nuevo…de una manera muy cruel, aparecían casi en todas la vallas publicitarias. Si nunca hubiese pasado eso, probablemente estarías con ellas. Probablemente cantarías con ellas en doble-M.

-Puede ser, pero eso quedó en el pasado.

-¿Oh? ¿Entonces por qué estabas buscando esta historia? ¿Para darte autocompasión a ti misma?

-No, solo quería asegurarme de que eso quedó en el pasado.

-¿Tú crees? Quizás en el fondo las odias.

-No las odio. Porque ellas fueron verdaderas amigas en aquella ocasión. Las sigo animando desde el fondo de mi corazón.

-Eres una chica admirable. Pero entonces… ¿Por qué le sucedió eso a una chica de tan noble corazón?

-No lo sé.

-¿No viniste aquí para buscar esa respuesta?

-No…no lo sé…simplemente no lo sé.

-Dices que quedó en el pasado, pero… ¿De verdad terminó la historia? Como dije, el libro que deseas leer desde el fondo de tu corazón, está aquí. La historia aún no ha acabado. Sí, por ejemplo…- dijo sacando de entre unos libros una especie de gorro, bastante extraño, que parecía un pingüino.

-¿Qué es eso?

-Es el velo de novia de la novia del destino- dijo colocándomelo en la cabeza.

-¿Novia? ¿Yo? ¿De quién?

-La respuesta a esa pegunta, probablemente sea el camino del destino-dijo agarrándome la mano.

-¿El camino del destino? ¿Dónde está eso?

-Ya conoces el lugar. Te diré la respuesta cuando me necesites otra vez, después de que vuelvas a tu mundo. Acerca del camino del destino. Hasta entonces…

-No-dije forcejeando para que me soltase la mano.

El espacio en el que estábamos empezó a desvanecerse. Las escaleras se rompieron en cristales. Los libros empezaron a caerse de las estanterías y, cuando tocaban el suelo, se desintegraban. Las luces se apagaron. El suelo desapareció bajo mis pies. Solo quedábamos Teufel y yo. Él sujetaba mi mano. La soltó, y empecé a caer. No sabía la altura de la caída. Eso me daba miedo.

-Qué mal. No olvides esto- dijo lanzándome un manzana roja -no olvides el fruto del destino.

Caía lentamente. Veía cómo la manzana se acercaba mí. Alcé la mano y la rocé. Me desperté sobresaltada. Estaba en mi cama ¿Me había quedado dormida? Había estado soñando con algo. Me estiré para desperezarme, parecía que había dormido durante mucho tiempo. Había una manzana roja en mi mesita de noche ¿Con qué había soñado? No me acordaba de nada. Me levante para prepararme el desayuno. Había un libro con la pasta morada encima de la mesa del comedor.