Este periódico escolar nace como una aventura en la que un grupo de alumnos y de profesores quieren explorar las posibilidades de las herramientas de comunicación que existen en Internet. Está abierto a la colaboración de alumnos y profesores de nuestro Instituto.
_______________________________________________________________________________________

miércoles, 21 de mayo de 2014

Concurso de Relatos 2014 - Categoria B: Rosa Muerta

Lágrimas teñidas de rojo, sonrisas olvidadas y miradas rotas. Ha cambiado tanto todo que ahora miro atrás y me parece mentira que esté aquí de pie, sobre esta montaña, sola. He caído desde una nube esperando despertarme en el mismo sitio que hace cinco años, y sin embargo sigo perdida en este camino de espinas sin rosas. Creo haber retrocedido tanto que incluso creo que he de empezar a volver a coger confianza sobre mis propios pies.
Me da miedo hasta caminar. Me he vuelto a perder, no sé dónde estoy. ¿Ese árbol era el mismo de antes? Y qué sé yo. Todos me parecen iguales. Y ahora camino unos metros más y sigo creyendo que voy hacia atrás. Estoy perdida. Y sin embargo cierro los ojos y te veo sonreír como la primera vez en que te vi, esa sonrisa que rompía todos los esquemas, que desde ese momento me enamoró, y me convirtió en suya. Sí, yo era esclava de una sonrisa, pero no de una cualquiera, de su sonrisa. Y al abrir los ojos sólo veo árboles y espinas de rosas que se marchitaron hace años, cinco para ser exactos. Coloco un dedo sobre una de ellas y una gota de sangre cae hasta el suelo y salpica sobre mis pies descalzos, pero realmente me daba igual. Lo único que me importaba era salir de ahí. ¿Pero por dónde? Me bloqueo y comienzo a llorar, me caigo al suelo y me tapo la cara con las manos ensuciadas de tierra mientras esas lágrimas vuelven a aparecer, aquellas lágrimas que terminaron con todo, incluso con mi vida, la que se fue desvaneciendo tras escuchar esas palabras llenas de sentimientos rotos, los cuales se ahogaban en sangre, sangre de aquellas pequeñas lágrimas que caían de mis ojos mientras mi vida se apagaba, hasta morir. Pero y qué sentido tiene si tú me diste la vida y me la quitaste a la misma vez, si conseguiste que todo dejase de ser. Sé que nos equivocamos, pero ¿y quién no lo hace? ¿Acaso somos perfectos? Nos hemos olvidado de todos los momentos buenos que hubo a lo largo de esos años, de la felicidad que nos producía abrazarnos y quedarnos dormidos juntos, de despertar comiéndonos a besos. De ser nosotros. Por qué perdimos la esperanza... Por qué lo hicimos...

(Algo ocurre... Nada.)

Me despierto y miro a mi alrededor. Está amaneciendo y no sé ni cuántas horas habré dormido. Me levanto y sigo adelante, camino sin pensar en nada, sólo en salir de aquel camino largo y peligroso, este camino al borde de la muerte, el que te lleva al olvido de todo, menos de los mejores años de mi vida. Esos siguen estando ahí, para hacer aún más daño. Entonces escucho una voz, ¿será verdad? Lo olvido, -aquí nada ha pasado, sólo camina-. Pero sin darme cuenta he llegado a un pequeño descampado donde un lago de agua fresca y limpia se postra a lo largo de él. Me acerco y me limpio las manos, la cara y el cuerpo. Es extraño no encontrar espinas por aquí, que se claven al caminar en tu piel, y hagan que sigas muriendo por cada paso que das. Y no entiendo el por qué, no me alegraba haber salido de allí, ¿sería acaso porque tenía que seguir ese camino de espinas tan puntiagudas y afiladas? La voz vuelve a aparecer. «Vuelve, despierta» me dice. «¡¿Pero quién eres?!» respondo. Aún sí nadie ni nada me responde. (...) Este lugar es un sin fin de preguntas a las cuáles no consigo dar respuestas. Pero qué más da. Vuelvo a cerrar los ojos. Esta vez estás tú riéndote. Ah ya, recuerdo este día. Qué tiempo hace desde aquello. ¿Cuánto? ¿Siete años? Puede que incluso ocho. Me rugen las tripas, tengo hambre. Veo a lo lejos un arbusto con frutos y me acerco. Aún así no estoy segura de que debo probarla, pero me la juego y la pruebo. Está buena. Sigo comiendo hasta hartarme. Pero ahora no sé qué hacer, ¿sigo andando? El resto del camino volverá a ser doloroso. Pero no tengo otra opción, debo seguir. El recorrido no fue distinto al otro, seguía clavándome pequeñas espinas que atravesaban árboles y montañas, arbustos y bosques enteros. En cierto momento me tapaban el camino, una especie de arbusto enorme de espinas se postraban ante mí, y yo tenía que esquivarlas, pero eso es difícil, aún así salí de ahí, margullada, llena de heridas, rota por dentro, por fuera. Y a unos pasos más, cincuenta metros, ¿cien? No lo sé. A lo lejos veía un claro, y tuve que caminar a él, tenía que hacerlo. No podía parar ahora. Empecé a correr, a ser más rápida, y me caí, tropecé justo en el último momento. Y, antes de que pudiese darme cuenta, me había vuelto a desmayar, entre espinas y rosas muertas. No sin antes ver, la tumba llena de rosas que se postraba ante mí. ¿Sería acaso esa tumba mi fin?

(Pi…Pi…Pi….)

¿Dónde estaba? ¿Qué estaba pasando? No puedo abrir los ojos, ni decir nada. Tan sólo puedo escuchar. Pasos, voces, ruido. Gente. ¿Acaso eso que oía eran personas a mi alrededor? ¿Todo volvía? ¿He despertado donde hace cinco años? No, imposible. (¿Hola? ¿Estás ahí? Dime que sigues viva… Por favor, te necesito.)

Por fin, conseguí abrir los ojos. Sin embargo… sólo veo gente vestida de blanco, otros de negro. -¿Quiénes son?- Entonces mis labios fueron capaces de susurrar una palabra, una sola palabra…

-¿Ignacio?

Tan sólo escuché una frase:

-No, no está… Ha... Ha… muerto.

-¿Qué?

Sólo una palabra más, y mis ojos volvieron a cerrarse. Todo se echó encima de mí. Y ahora lo recuerdo todo. El accidente. Aquel día de lluvia en el que juntos íbamos de la mano, y entonces algún loco se saltó el semáforo. ¿Entonces… esa tumba? ¿Era suya? ¿Aquella tumba… acaso realmente era su tumba? ¿Acaso eso significaba que el fin de mi camino, de años de lucha, se terminaban ahí? Y ya… ya no me quedaba nada más. Tan sólo cerrar los ojos, y acompañarle. Hasta la eternidad. Justo como le prometí.

(Pi… Pi… Pi……………)

-Se acabó. Todo. – Firmado: Rose.